CHEMA MARTINEZ SE FUE PERO NOS DEJO SU HERENCIA MUSICAL….

Muchos dicen que José María Martínez a quien todo el mundo lo conoció como “Chema Martínez”, y a quien casi nadie conoció con su verdadero nombre “José María Argote” fue uno de los últimos jugarles en el caribe colombiano.

Desde su cuna, inicio dejando huellas, ya que su padre se llamaba Víctor Acosta, y él prefirió usar el apellido de su progenitora a quien llamaba Enatividad, que en realidad era Natividad Argote, a quien siempre venero y valoró por los esfuerzos que hizo para levantarlo junto a sus demás hermanos. A las dos de la mañana del martes 26 de febrero de 1935, nació Chema en la población de los Haticos, ubicado en el departamento de la Guajira, ese día recordó que su madre le contó que había llovido como nunca y que eso significaba abundancia.

Curiosamente cuando murió el sábado 18 de febrero del 2017, le faltaba solo 8 días para cumplir sus primeros 82 años. Las dificultades económicas de su señora madre, la obligaron a buscar apoyo en su familia, ya que ella tenía dos hermanos ubicados en Caracolicito, lo que permitió que su infancia la disfrutara entre Fundación y el Copey.

Mi madre logró conseguir trabajo gracias a la generosidad de un señor que nunca olvido su nombre; Dionisio de la Cruz, quien tenía una finca llamada “La Delicia”, donde tenía un hato de ganado muy grande, allá en esa finca mi madre se comprometió con don Antonio Muñoz, un señor nativo del Bálsamo, muy buena persona y a quien le cayó muy bien al patrón, a tal punto que le dio una finca cerquita a “La Delicia”, y se la entregó con 50 vacas lecheras para que lograra mantener el hogar.

«Chema Martínez»

Esa finca la recuerdo siempre porque allí vivimos muchos años, es decir crecimos en medio de sus potreros, y también fue allí donde mi hermano Luis Enrique Martínez quien vivía con nosotros, aprendió a tocar acordeón, lo cual a mí me impresiono ver como sacaba notas de una caja con fuelle, y me propuse también buscar como aprendería a tocar. A una distancia como de una legua de esa finca, vivía un señor de apellido Valcinilla, quien en su finca tenía un acordeón, y Luis enrique cada día, caminaba más de una legua para que le prestaran el acordeón y se ponía a moverle teclas y a buscar como sacarle nota. Fue así, como mi hermano Luis Enrique aprendió a tocar, creo que era el año de 1940, estaba muy pequeño con sólo cinco años, pero aún me acuerdo de esos años.

La diferencia de edad entre mi hermano Luis Enrique que nació en 1923, era de doce años (12) ya que yo nací en 1935. Un día me puse a pensar, si Luis Enrique aprendió solo a tocar, yo también puedo hacerlo, y fue así, además, es casi seguro que si uno aprende solo a tocar, de hecho crea su propio estilo, y eso está comprobado. (El maestro Ovidio Granados en una entrevista que le hice, me confirmó lo mismo). Ahora usted mira que los músicos de ahora tocan todos iguales, porque han aprendido de otro, en cambio si uno mismo hace lo posible por aprender a tocar solo se va creando un estilo que nadie se lo puede quitar. Sinceramente yo hubiera podido aprender a tocar más joven, pero el celo de mi hermano Luis Enrique no me lo permitió, voy a contarles el por qué. Mi hermano en un viaje que hizo a la casa de nuestro papa, el viejo Santa (Santander Martínez) y allá el tenía un acordeón que en aquella época los llamaban “Guacamayo”, y se lo pidió primero prestado, pero como mi papa no quiso, a escondidas se lo trajo y aquí ensayaba y después le «daba llave», es decir, lo guardaba bajo llave y se iba a trabajar por ahí a varias fincas vecinas.

En 1946 la familia se trasladó al Copey, porque logramos comprar una tierrita, tenía en ese entonces 11 años, allá, a Luis Enrique se le dio por arreglar acordeones, ya que había logrado empíricamente conocer su manejo y como afinarlo, realmente era él, era muy inquieto y eso le permitió convertirse además de músico en mecánico de acordeones.

Irónicamente, un señor de apellido Olmedo que vivía en san Ángel, le enseño a arreglar acordeones y yo diaria que mi hermano fue el primero que ejerció ese trabajo renumerado en nuestra costa. De ahí que como le llegaba mucha gente para que se los arreglara, él, los dejaba tirados en la casa, y eso me permitió que apenas él saliera a trabajar, yo me cogía uno de ellos y comenzaba a buscar la manera de que me saliera alguna nota.

Curiosamente la primera canción que supe interpretar en un acordeón fue el “Trajecito Gris” del maestro Armando Zabaleta.

Ya cuando me defendía muy bien tocándolo, mi hermano Luis Enrique, me llevaba como su guacharaquero y a veces también como cajero, eso me fue dando confianza y me permitió ir conociendo gente y ellos a mí. A los trece años de edad, en unas fiestas de Corraleja en el pueblo de San Ángel (Magdalena) me estrene como acordeonero y desde ese mismo día en adelante no dejé de tocar este instrumento que a la larga se convirtió en el compañero inseparable de mi vida.

Curiosamente al poco tiempo de mi estreno como músico de acordeón, Alejandro Duran, me pidió que lo acompañara a una correría que pensaba hacer por las poblaciones y haciendas de la ribera del Rio Magdalena, creí que sería de unos quince días solamente, pero duro tres años, visitamos poblaciones como Yucal, La Bomba, Punta Piedra e incluso el corregimiento de Moler, cuna de mi compadre Abel Antonio Villa, y muchas fincas ganaderas. Lo curioso de esa época, es que no se acostumbraba a tocar con la compañía de un cajero o un guacharaquero, la razón era que no había muchos que supieran y por el otro lado, los acordeoneros tocaban solos y cantaban a la vez. La tarifa era un peso por cada canción interpretada y era fácil en una parranda sacarse unos ochenta pesos en promedio, dinero que se repartía por partes iguales entre los dos. En 1954, le propusieron a mi hermano Luis Enrique que fuera a Bogotá para grabar un disco y él me llevo y participe como cajero, esa fue mi primera grabación y fue con el Sello Curro. Años después, en 1966 en Cartagena con el Sello Fuentes, grabe como acordeonero con Armando Zabaleta y su Conjunto mi primer disco de larga duración, luego nos mandaron para Bogotá donde grabe dos con el sello Phillips, y año después uno en Barranquilla.

Fue una experiencia muy hermosa escucharme yo mismo, y después la alegría de la gente y para mí, que decían al escuchar el disco, “Ese es Chema”. Recuerdo una anécdota: Alfredo Gutiérrez me mando a decir para que grabara en el sello Fuentes, siendo el director artístico, pero yo le conteste que cuanto pagaban por la grabación, a lo que me contesto que mil doscientos pesos ($1.200.) Yo le dije, “No, .hombre eso me los gano aquí en una parranda incluso hasta tres mil pesos saco en Fundación en una parranda.

Es ahí, cuando interrumpo para decirle que si no pensó que hubiera sido mejor aprovechar la oportunidad para grabar discos, los cuales quedaban para la historia; “bueno sí, yo cometí el error, y creo que quizás me hubiera ido mejor grabando, porque con Alfredo me hubiera hecho conocer más, lo que pasa es que yo era muy resabiado. Contrario a ello, su vida artística vallenata se desarrolló más bien en parrandas, sobre todo con los hacendados más ricos del Magdalena y el Cesar, y fue en la llamada época de oro de esas tertulias llamadas también “parrandas”.

Su vida estuvo buena parte en el Copey, municipio del departamento del Cesar, allí. Conoció a don Tobías Enrique Pumarejo, a quien se le conoció como ·Don Toba”, autor de inolvidables canciones, que fueron inmortalizadas en la voz de Guillermo “·El mono” Buitrago, con quien disfrutó con su familia de muchas parrandas y sancochos. En la década de los años 50, nació en el municipio de Fundación-. Magdalena, un interés del comerciante Camilo George Chams, de promocionar la venta de acordeones en su almacén y como estrategia convocó a todos los músicos de acordeón, que eran muy conocido en esa población, para que compitieran con su música y sus canciones y sacar allí un ganador que recibiría un premio en metálico y una plancha. En la segunda version de ese festival, es decir, en 1951, con la canción (inedita hasta ese momento) de su hermano Luis Enrique Martínez, “Jardín de Fundación”, José María Argote, nuestro “Chema Martínez, fue el ganador del concurso, que históricamente fue el primer Festival de Acordeón que se realizó en Colombia, de segundo quedo el recordado hijo del maestro “Pacho” Rada, del Difícil – Magdalena, “Pachito” Rada.

Su nombre también quedó en la historia del Festival de la Leyenda Vallenata que se realiza en Valledupar, como Rey Vallenato en la categoría Semi profesional en el año de 1974. Uno de los últimos homenajes que recibió fue el 7 de agosto de 2016, por parte de la alcaldesa de Fundación, Magdalena, Mallat Martínez Castillo. Homenaje que en esa oportunidad compartió con Alfredo Gutiérrez y con Camilo George (póstumo). Este último, por ser el precursor de los concursos de acordeón en Colombia, y ‘Chema’ y Alfredo por ser los ganadores, aún vivos, en sus respectivas categorías en el concurso celebrado en 1951, y donde se declaro a Alfredo Como el Niño Prodigio del Acordeon (tenia 9 años ) La Fundación Nacional Festival de Intérpretes de Música Vallenata Indio Tairona, acordo rendirle un homenaje a este Juglar en el marco de la segunda version de su festival, que se realiza los dias 13, 14 y 15 de octubre de este anio, y habia logrado comunicarle al maestro quien estaba muy feliz por el reconocimiento, y para ello ya tenía todo muy adelantado, incluso se le había enviado una carta donde le notifican esa distinción y un artista gráfico estaba diseñando el afiche oficial, cuando a las 11:30 de la manana del sábado 18 de febrero, su corazón se paró para siempre. Murió cuando le faltaban 8 días para cumplir 82 años. Rodeado por el amor y cuidado de sus hijos y los medicos de la clinica de la Costa, donde estaba siendo atendido. El lunes 20 de Febrero, en medio del dolor de familiares y amigos Chema fue acompanado hasta su ultima morada en los Jardines Los Olivos de Barranquilla, alli al estilo de nuestra cultura, donde las penas se cantan, sus hijos Pipe Y Dayro entonaron sus canciones junto con los musicos del maestro y con las notas de los acordeoneros Horacio Escorcia y Alfredo Villa (hermano del maestro Abel Antonio), quienes lo despidieron como se despide a un gran Juglar, y alli tambien estaban sus amigos Alfredo Gutierrez, Camilo Namen, Myrian George, Ricardo Lopez y tantos que se nos escapan en el moemto. El Festival se hara en honor a Chema Martinez, el Juglar que ademas de su amor, nos dejo una reflexion en esta entrevista para las generaciones futuras: Los acordeoneros deben crear sus propias notas, los juglares lo han demostrado, hoy se han dedicado a copia estilos, buena ensenanza Maestro!!!.

Chema
Nuestra Despedida

La Fundación Nacional Festival de Intérpretes de Música Vallenata Indio Tairona, lamenta profundamente el sensible fallecimiento del maestro Chema Martínez, ocurrido el día sábado 18 de Febrero en la ciudad de Barranquilla.

A sus hijos, Martha, Luz Marina, Pipe, Dayro, Javier, Vera, Lesbia, nietos, hermanos y familiares extendemos nuestras notas de condolencia, compartiendo con ellos el dolor que los embarga, sentimientos que estamos seguros es compartido por todos los que le que tuvieron el privilegio no solo de escuchar las notas de su acordeón, sino también de conocer a un ser humano de cualidades inigualables. Extraordinario esposo y amante padre, buen amigo, sencillo, desinteresado.

A nosotros como fundación, nos queda además del vacío de su ausencia, un sabor amargo que solo Dios y su fortaleza nos ayudaran a superar, toda vez los preparativos de nuestro festival giran en torno a él, y esa alegría constante de sentir que le haríamos un justo reconocimiento a un juglar que tanto aporte le hizo al folclor, el dolor que sentimos por su pronta partida, y el no tenerlo con nosotros, es apaciguado con la certeza que está en un lugar celestial, reunido con su amada esposa Domitila, su hermano Luis Enrique, Alejandro Duran, Tobías Enrique Pumarejo, «Don Toba», Armando Zabaleta, la Cacica Consuelo Araujo y tantos que partieron, que no dudamos están alegres por su llegada a esa fiesta celestial.

Chema: a partir de hoy, nace la leyenda de un juglar que aprendió a tocar solo, cogiendo el acordeón de su hermano a escondidas cuando solo tenía 12 años, pero que a pesar de su corta edad ya tocaba los tres instrumentos insignes del folclor; el Juglar que además fue el primer Manager y Contador de este género, contratado por Alejo, para llevar las cuentas de las canciones, donde cada rayita en un cuaderno representaba un peso, el valor de una canción, esas mismas que Alejo alargaba por el disfrute del toque, pero que a ti te ponía en aprietos, porque la finca cercana ya estaba esperándolos para que le tocaran otro paquete de 200 pesos que significaban 200 canciones.

A partir de hoy celebraremos tu vida, no tu muerte, el mundo sabrá, que el mejor alumno de la escuela creada por Luis Enrique Martínez, fuiste tu, que aprendió a toca escuchándolo y que todos los que hoy estamos aquí, empezaran a sentirse orgulloso y bendecidos por haber conocido a una leyenda en vida, que nos hizo amar más el folclor que llevamos en el alma.

Descansa en paz, maestro! y enséñale a los Ángeles en el cielo todo lo que sabes. Dios te bendiga siempre, gracias por tu amor, por tu legado, por tu don de gente, ven con Dios amigo.

Por: Jaime Márquez Contreras